Entramos en esta vivienda donde la cocina, que es donde en muchas familias se pasan muchas horas, no había luz y encima estaba cerrada. ¿Nuestro objetivo? Darle un giro y cambiar lo que había.
Para conseguirlo tiramos la cocina abajo, abrimos el concepto y empezamos desde cero. Combinamos el blanco y la madera de roble de la siguiente manera: los muebles altos en madera y el resto en blanco mate. La encimera también era en blanco, pero con el detalle de las vetas en un tono gris.
Hicimos una península adaptada tipo zona de desayuno con una pata a juego con los muebles, del mismo color.
Un detalle que le aporta carácter y “rompe” un poco son los electrodomésticos y el grifo en negro. El horno, microondas y el frigorífico están en una mueble columna.